sábado, 22 de agosto de 2015

El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo. Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda ¿unos mates?". Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres.Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian.Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos. Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón. Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro responde "Como tomes vos". Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas. Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos. No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma.O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!'.
Es el compañerismo hecho momento.Es la sensibilidad al agua hirviendo.Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.Es la modestia de quien ceba el mejor mate.Es la generosidad de dar hasta el final.Es la hospitalidad de la invitación.Es la justicia de uno por uno.Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.

jueves, 2 de julio de 2015

It's been a long time...

Mi mente viene a este lugar cuando no encuentra paz o cuando está tan en paz que puede pensar con claridad. Hoy no vengo por ninguno de esos motivos, estoy aterrada, lo peor que me podía pasar, pasó. Estoy enamorada, jodida y locamente enamorada, de ese tipo de amor tan entregado que incluso comienzas a hacer planes a futuro...

Ayrton Franco, cuyo nombre de por sí es especial, es apuesto, es increíblemente ardiente, del tipo de chico que ves caminando por la calle y te detienes a observar, así. 1,90 de altura, cabello negro y liso, ojos miel, una espalda de muerte y una mirada que mata. Pero dejando de lado lo superficial, porque sí, el chico está mortal, él es perfecto. Perfecto aun con sus imperfecciones. No estudia, no trabaja, no lee y no parece preocuparse por el mundo en general, aun así es atento, caballeroso, tierno, se preocupa por mi y lo más importante, me soporta. ¿Cuándo pensé yo encontrar a alguien capaz de soportarme por completo? Jamás.

Cuando lo beso, me quedo sin aire, mi respiración se corta y mi corazón late acelerado. Me pierdo en sus besos, como que en verdad es la única persona a la que no he besado con los ojos abiertos ¿eso debe significar algo, no? Me consume, me atrae, es como que siempre tenemos que estar cerca, sino me busca, él ya está buscándome, magnetismo, química, como quieran llamarlo.

Siempre vengo aquí a desahogarme, pero me parece importante dedicarle un capítulo en este lugar a alguien que ha marcado tanto mi vida y que sé que va a ser inolvidable. Estoy en Argentina con un Argentino, es un sueño hecho realidad, pero en verdad, daría igual que fuera peruano, es maravilloso y me hace sentir amada y necesitada.

Soy feliz, como no lo era hace mucho tiempo, este es un nuevo nivel de relación, de esas que no quieres que terminen nunca. Por eso estoy aterrada, estoy apegada y en 15 días estaré de regreso en Colombia, diciendo hasta luego a este hermoso sueño que vivo hace cuatro meses. ¿qué me depara el futuro?
“Fuiste ese tipo de amores que no dejan heridas, de esos que jamás entiendes por qué terminan, un amor que no deja culpables y que al recordarlo, te saca una de esas sonrisas nostálgicas, un amor de esos que gustas llevar siempre en la maleta”.
— Edwin Vergara